Los ámbitos de intervención que he elegido son: drogodependencia, mujeres, menores, diversidad funcional, migrantes y tercera edad.
La elección de dichos ámbitos, además de porque varios de ellos motivan mi vocación como educadora social, como pueden ser drogodependencia y mujeres, ha sido por la creencia que a día de hoy tengo sobre la necesidad de ayuda y trabajo que estos ámbitos precisan de la educación social. Sin desprestigiar a ningún perfil, considero que dichos ámbitos están repletos de prejuicios provenientes de la sociedad, y dificultades, motivadas en parte por ellos, necesitando, a día de hoy, de gran trabajo para lograr la completa reinserción social e inclusión en la sociedad.
Así,
presento el ámbito de drogodependencia o adicciones exponiendo que tras
el consumo de drogas se encuentra una gran falta de habilidades
sociales y capacidad de gestión emocional y resolución de conflictos, lo
que hace que cada día se rompan familias y vidas. Como educadora
social, para mí, es uno de mis mayores motivos por lo que ayudar a las
personas que tienen una adicción.
Seguidamente, en el ámbito de mujeres es crucial seguir luchando por la igualdad entre hombres y mujeres y paliar la violencia de género con ayuda de la educación; así como conseguir la inclusión social de aquellas víctimas de violencia machista.
En el ámbito de los menores, nos encontramos con niños y niñas que presentan una falta de protección por distintas circunstancias, que afectan a su pleno desarrollo y al acceso a una infancia feliz, objetivo primordial que debería ser de cualquier niño o niña.
En el ámbito de la diversidad funcional, seguimos encontrando muchos prejuicios y dificultades de accesibilidad que siguen propiciando que las personas con alguna discapacidad sigan siendo uno de los principales ámbitos al borde de la exclusión social. Debido a ello, es crucial el trabajo de los y las educadores/as sociales para paliar esta situación.
Por
último, encontramos el ámbito de la tercera edad, nuestras personas
mayores. Aquellos eternos olvidados, por desgracia, de los que, cada vez
más, obviamos lo que han hecho y luchado por nosotros, dejándoles, en
muchos casos, de lado cuando más nos necesitan. La vejez es una etapa de
la vida inevitable y por la que todos deberíamos pasar de la mejor
forma posible. Es por ello que, es fundamental, como educadores/as
sociales levar a cabo un envejecimiento activo y garantizar la plena
inclusión de las personas mayores abogando por su socialización,
felicidad y desarrollo de su autonomía personal en la medida de lo
posible.
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